"Una Nueva Vida" CAP 25: "Vacío"

martes, 24 de agosto de 2010 1 Pablochis comentaron
HOY les traemos el capítulo 25 de "Una Nueva Vida", la novela de nuestro FansClub Oficial e Internacional de Pablochi "Pablochifans". En el capítulo de hoy, Vale se encuentra destruída, desamparada, en un shock especial, del cual saldrá sólo para tratar de develar los misterios que su mente le presenta. Es ahí cuando descubre la afinidad que Kant tenía con su mejor amigo. En el funeral, algo muy raro pasa, aparecerá alguien muy significativo para la novela, un personaje que se desarrollará en la historia más adelante y que dará mucho que hablar.

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CAPÍTULO 25: Vacío


La ambulancia llegó de inmediato y me lo quitaron de mis manos. Mientras lloraba desconsoladamente, arrodillada en el suelo, dos enfermeros subían el cuerpo de mi mejor amigo a la camilla, para luego introducirlo en el vehículo. Mi novio se acercó hasta mí y me levantó sujetándome los brazos. Cuando estuvimos de pie, no pude evitar abalanzarme sobre su pecho, nada me calmaría más en ese momento. Mientras él me acariciaba el cabello, los dos mirábamos atentos, cómo la ambulancia cerraba sus puertas y se alejaba lentamente.

Me separé de mi novio bruscamente y corrí disparada hacia mi habitación. En el momento en que me alejaba, pude ver cómo Mar detenía a Simón, que quería ir en mi busca. Hacía bien, quería estar sola.

Me acosté en mi cama y durante una hora, largué todo el odio, las lágrimas, y la bronca que me quedaba, hasta que tocaron la puerta. No contesté. Volvieron a tocar otras tres veces, de forma pausada. Tampoco dí señales de vida.

- ¿Mi amor estás bien? ¿Necesitás algo? – era Simón el que me hablaba, sonaba preocupado, pero no me salían las palabras.

Sin que yo le dijera nada, entró cerrando luego la puerta muy despacio, y se sentó en el borde de mi cama. Me volvió a acariciar el cabello y a acomodármelo como sabía que me gustaba, me relajaba muchísimo. Sus suaves pero fuertes manos eran como una ceda para mí.

No estaba enojada con él ni con nadie de mis amigos, pero sin razón, estaba acostada, dándole la espalda. Por dicho motivo, se paró y caminó rodeando la cama, poniéndose en cuclillas delante de mi, ahora visible. Nos miramos de una manera muy especial, sentía que sus ojos me decían “todo va a estar bien” sin ni siquiera decir una sola palabra. Él me acarició la mejilla y me secó con su pulgar la última lágrima que había salido de mi ojo izquierdo.

- ¿Querés hablar? – me dijo muy bajito, con una voz dulce, como cuando se disculpaba de algo.

Nuevamente, las palabras no salían de mi boca, y tampoco me esforzaba por que lo hicieran. Me sentía vacía, sin vida, era como si me faltara algo, pero no era sobretodo por Arti, era una sensación rara. Era como cuando estás triste y no sabés por qué razón.

Me sentía así, con un vacío enorme en el pecho.

- Cuando quieras hablar, me avisas, ¿si? Ahora voy a ir a ver a Kant, si ya se enteró debe estar muy mal. Si necesitas algo llamáme, cuidáte mi amor – me dio un beso en la frente y salió por la puerta.

¿Por qué Kant estaría mal? Él y Arthur ni se conocían. No quería que haya otro misterio más, así que salí de mi estado de shock y seguí a mi novio como una espía. Simón entró en la habitación de Arthur y dejó la puerta a medio abrir. Me acerqué y miré por ese espacio.

- Me imaginé que ibas a estar acá. – le dijo Simón a Kant, el cual estaba sentado en la cama de mi mejor amigo, con el almohadón rojo entre sus manos. Mi novio se sentó a su lado y luego se abrasaron.

- Te juro que no lo puedo creer, sabía que en cualquier momento se vendría algo horrible, ¡pero cómo iba a saber que lo iban a matar justo a él! – dijo toda esa frase con un tono de voz muy elevado que jamás había escuchado en su mundo de paz y tranquilidad.

- Tranquilo, no fue tu culpa – Simón le palmeaba el hombro repetidamente.

- Ya lo sé, pero vos no te podés imaginar el vacío que yo siento, perder un hijo es la sensación mas desagradable que puede experimentar cualquier persona – Unas lágrimas cayeron al mismo tiempo de cada uno de sus ojos. No lo podía creer, ¡Kant estaba llorando! Pero… ¿dijo hijo? ¿Dijo que Arti era su hijo? Entonces yo había escuchado bien aquel día en el bosque, Arthur había dicho que su papá estaba vivo, y que estaba en el NE. ¿Pero cómo era posible? Sus papás murieron hace mucho. ¿O no? No entendía absolutamente nada.

- Cada día son peores estos tipos del gobierno, ¿Qué quieren generar pánico matando a alguien al azar? Hay que parar a la turra de Luz – Mi cerebro me dijo “memoria llena”, estaba a punto de explotar. Ya no me quedaban dudas. Luz había ordenado que mataran a Arti, yo misma había escuchado cuando le dio la orden a Reneé. ¿Entonces todas las muertes fueron ocasionadas por el gobierno? ¿Los salvajes no eran asesinos? Cada segundo que pasaba entendía aún menos, ya no sabía en qué ni en quién creer.

- Pero ya lo tengo decidido, mañana después del entierro me voy a resistir, me voy de esta mentira, ya no aguanto más Simón. – decía Kant muy seguro. – Preguntáles a tus amigos si puedo estar con ellos, necesito ayudar, necesito remediar lo que provocamos todos, lo puedo ayudar a Amado también, Simón necesito que les digas – le estaba casi suplicando.

- Está bien, yo les voy a decir, y después del entierro te acompaño por los túneles y te llevo a la guarida con ellos, les va a encantar que estés allá. – Mi novio le sonrió y él le devolvió la sonrisa, luego se abrasaron.

Se dijeron unas palabras más y después Simón salió por la puerta, topándose conmigo, sin darme tiempo a esconderme. Me puso cara rara, pero sin decirme nada, se me acercó, me dio un tierno beso y me abrazó con todas sus fuerzas. Yo lo apreté contra mí y cerré los ojos, disfrutando de ese abrazo que tanto me hacía falta. Luego nos separamos.

- Mi amor, Luz fue la que dijo de matar a Arthur – le dije volviéndome a angustiar.

- Si ya lo sé, desde un primer momento lo supe.

- Simón, necesito que me expliques qué está pasando, no resisto más, siento que la cabeza me va a explotar, por favor te lo pido – le dije comenzando a llorar otra vez. Todo el día estuve muy sensible.

- No puedo, por lo menos por ahora, si estuvieras en mi lugar me entenderías. Perdonáme, ya vas a entender. Ahora lo único que te pido, es que no le digas a nadie que sabés que los que mataron a Arthur fueron los del gobierno, es por tu bien, ¿me lo prometes?

- Sí – le dije muy bajito, mientras descansaba en lo cálido de su pecho robusto.

Al día siguiente, bien temprano, todos acudimos al entierro de mi mejor amigo. Me daba mucha tristeza ver cómo Kant, trataba de ocultar sus lágrimas para que Luz no se diera cuenta.

Una vez finalizado, caminamos hacia las camionetas que nos llevarían de regreso al NE. Simón y yo caminábamos abrazados, pero en un momento, los dos vimos algo que se movió detrás de un árbol que se encontraba a 3 metros nuestro, aproximadamente. Miramos otra vez, y lo pudimos ver bien. Era un niño, aparentaba ser un pre-adolescente, de pelo lacio castaño, de una altura justa para su edad, y era muy atractivo. Con sus ojos celestes, en su mirada había algo que me llamaba la atención, conocía esa mirada, aunque era la primera vez que lo ví, sentía que lo conocía de toda la vida, esa forma de mirar me era muy familiar, demasiado. Simón me tomó de la cintura y me empujó un poco para que siguiera caminando, él no le dio importancia a aquel chico. Antes de que le diéramos la espalda por completo, lo volví a mirar una vez más, me sonrió, también de una manera muy conocida para mí, y luego se echó a correr en dirección al bosque.



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