"Una Nueva Vida" CAP 47: "La Boda" (2º Parte)

lunes, 10 de enero de 2011 5 Pablochis comentaron
Faltan 3 capítulos para el gran final de la Primera Etapa.

HOY les traemos el capítulo 47 de "Una Nueva Vida", la novela de nuestro FansClub Oficial e Internacional de Pablochi "Pablochifans".
En el capítulo de hoy, todo es pura emoción y ternura en el casamiento de Simón&Vale. Tras unas palabras emotivas de parte de los dos, llenas de dulzura y amor, se colocan los anillos y por fin son marido y mujer. Todos es obación por parte de los espectadores. Luego de un momento de felicitaciones, buenos momentos y mucha comida, Simón y Vale parten en un barco hacia otra sorpresa preparada por el hombre. Llegan a una casa donde cenan, y con mucha pasión, Simón le dedica una hermosa y especial canción a su amada, para luego terminar la noche "formando uno los dos". Pero no todo es color de rosas, al despertar la mañana siguiente, una imagen aterradora los sorprende por completo.
Esperamos que lo disfruten y que dejen su opinión en un comentario.

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CAPÍTULO 47: La Boda (2º Parte)

Thiago y yo caminamos por aquella alfombra violeta que nos conducía hasta el altar. En ese trayecto todo era sonrisas, fotos y alegría, pero como buena observadora del momento, sin dejar de caminar, mi mirada se detuvo en Joaquín, que salió de la fila de los padrinos dejando a Luca sólo al lado de Simón para irse a hablar, un tanto nervioso, con una muchacha de pelo castaño y piel clara, muy hermosa por cierto. Antes de que yo llegara al altar, el niño ya había terminado su aparente discusión con esa chica y se había acercado al escalón más alto, justo al lado de Simón. Allí, a la derecha de la mesa, me esperaban mis madrinas: En lo más alto Mar, un escalón más abajo Jaz y en el inferior Mel, por supuesto, la más alta abajo. A la izquierda, En lo más alto Joaquín, seguido por Thiago, quien acababa de incorporarse, y por último Luca: los padrinos. Simón y yo nos tomamos de las manos, y al juntarse nuestras miradas, nuestros ojos se humedecieron. Volteamos para mirar al profe, quien se encargaría del papel del cura. Y tras su orden, todos los invitados se sentaron, y éste comenzó a decir:
- Como todos sabemos, a nuestra novia no le gusta esperar demasiado, así que si están de acuerdo – nos miró a mi morocho y a mí – vamos a proceder con sus palabras. Simón, ¿empezás? – mi novio asintió.
- Bueno, hoy estoy acá para dar nuevamente este paso tan importante para la mayoría de los seres humanos, creo yo. – me apretó las manos y me miró a los ojos – Nuestro amor comenzó con una gran amistad, cuando los dos nos sentíamos solos, desamparados, cuando los dos nos ayudamos el uno al otro, nos acompañamos, prendiendo esa chispa que hasta el día de hoy no sabíamos que se convertiría en el gran fuego que representa a nuestro amor. Vale, encontré en vos, sin dudas, esa compañera que tanto busqué, siempre te tuve a mi lado y como un tonto no me daba cuenta lo que necesitaba, un amor incondicional y tan verdadero como el tuyo. Podría decir que me sacaste del pozo ciego que era mi vida y me iluminaste con esa sonrisa radiante que me deslumbra cada mañana y que enciende cada una de mis noches, con tu pasión, tu amor, tu “todo” que me brindás sin nada a cambio, ya que nadie es perfecto aunque yo intente hacer lo mejor. Y si es por mí me casaría 300 veces con tal de así decirte lo mucho que te amo y recordarte a cada momento que quiero compartir el resto de mi vida con vos hasta que mi corazón deje de latir. Te amo mi amor.
No aguanté más y por fin un par de lágrimas se atrevieron a salir de mis ojos, pero sin dudas eran lágrimas de felicidad. Sabía que Simón me amaba, pero definitivamente con estas palabras, terminé de confirmarlo. Miré al profe y éste me hizo una seña con los ojos dándome a entender que era mi momento de hablar. Aclaré la garganta, me sequé un poco las lágrimas evitando que no se me corra el maquillaje y comencé a hablar:
- Aunque estaba, y todavía estoy con el cerebro lavado, desde el primer momento en que te vi sabía que significabas mucho para mí y que veía más en vos que un simple guardia civil. Por alguna causa, no podíamos dejar de pensar el uno en el otro, y un tiempo después, descubrí que ese motivo era nuestro amor verdadero, que no se rompe ni se olvida aunque nos borren los recuerdos, porque más allá de la mente, queda en el corazón. Lo primero que pude recordar gracias a tu amor incondicional y a las mil y una formas que tenés de dármelo, fue nuestro primer casamiento, en el bosque. Seguido de eso, recordé el día en el que me salvaste la vida. Y yo ahora quiero repetir lo que te dije aquel día: Mi amor por vos nació el día que tuviste mi vida en tus manos. Si no fuese por vos, yo hoy no estaría acá diciendo esto. Y lo que más me gusta de todo esto, es que hoy nos estamos casando en el puente que une lo que antes eran dos mundos, y este acto de amor en este lugar, para mí es un broche de oro para toda esta revolución. Sos el hombre con el que quiero compartir el resto de mi vida Simón, te amo. – Cuando terminé, mi novio estaba muy emocionado, ese llanto me hacía acordar a su llanto el día en que me salvó la vida en Bahía del Príncipe. Nos miramos a los ojos por unos segundos y luego nos acercamos para darnos un tierno beso, pero el profe lo evitó.
- Primero, los anillos y la aceptación – los dos asentimos- Simón Bruno Arrechavaleta, ¿acepta por esposa a Valeria Gutiérrez?
-Sí, acepto – le dijo con una iluminada sonrisa. Simón puso el anillo en mi dedo.
- Valeria Gutiérrez, ¿Acepta por esposo a Simón Bruno Arrechavaleta?
- Sí, acepto. – dije secándome la última lágrima que me quedaba antes de ponerle el anillo.
- Los declaro marido y mujer. Pueden besarse – dijo el profe, y así lo hicimos sin esperar ni un segundo más, al mismo tiempo que los espectadores nos aplaudían y nuestros amigos gritaban como locos sin un poco de educación, como de costumbre, pero eso era algo que me llenaba el alma.
Lo que vino después, ya en la noche, fueron puros abrazos y comida de la mejor calidad, hasta que por fin llegó la sorpresa que me tenía preparada Simón. Había una pequeña embarcación en la orilla del canal que rodeaba la Urbe, atado del puente. Mi esposo y yo nos subimos con la persona que nos llevaría a ese lugar enigmático para mí y zarpamos, escuchando los aplausos de nuestros amigos que se alejaban poco a poco.
- ¿A dónde vamos? – pregunté ni bien nos sentamos.
- A ser felices – me contestó muy dulce, ocasión perfecta para un beso.
- Enserio mi amor.
- Que sea una sorpresa – y me cautivó con su sonrisa.
Al cabo de unos minutos ya habíamos descendido del pequeño barco y estábamos en camino a una casa muy moderna, los dos solos. Al llegar a la puerta, nos recibieron, si había contado bien, unas 20 personas. Simón me explicó que eran las que se encargarían de que esta noche sea espléndida para nosotros dos y que cuando durmiésemos se irían. Cuando entramos a la casa, Simón me hizo pasar a una habitación, con la consiga de cambiarme y ponerme lo que había en la caja que se encontraba sobre la cama. Él me esperaba en el comedor. Saqué el vestido rojo y los zapatos de la caja, muy bonitos por cierto, y me puse todo lo más rápido que pude para luego reforzar mi maquillaje y salir de inmediato a su encuentro en el comedor, del cual provenía una hermosa melodía de piano tocada por un profesional. En aquel cuarto sólo estaba el piano con su pianista sobre un mini escenario, una mesa bien equipada con dos sillas y mi hermoso Simón, que ahora vestía con un traje y corbata negra.
Alejó la silla de la mesa para que yo me sentara y luego la acercó otra vez. Él se sentó también, justo en frente mío. A los pocos segundos vinieron unas personas con platos y bebidas que nos entregaron muy amablemente a los dos por igual.  Terminamos y fue una cena exquisita, no sólo por la comida, sino por el amor y la ternura constante que nos rodeaba, además de los comentarios de Simón sobre nuestro futuro, un futuro juntos.
Al rato, mi morocho se levantó y se acercó al oído para decirme:
- Este es uno de mis regalos de boda en esta noche
- Ya con todo esto me sorprendiste y me superaste ¿Qué más vas a hacer? – le dije.
- Nada es suficiente para vos. – dicho eso se subió al escenario, tomó el micrófono y acordó algo con el pianista, el cual comenzó inmediatamente a tocar las teclas.
No pude evitar emocionarme cuando sonaron las primeras notas. Esa era la canción que él me dedicó la noche anterior a nuestro primer casamiento en “la resistencia”, otro recuerdo más que venía hacia mí como un relámpago.


Cuando concluyó, lo aplaudí tal nena encantada y me levanté para correr hacia él y hundirnos en un cálido beso, sumado a un reconfortante abrazo.
Como para cerrar la noche, no podía faltar aquello que tan bien nos hacía. Subimos a la habitación más grande de la casa. Simón se sacó los zapatos, la corbata y se acostó directo como un nene mimado mientras veía cómo me quitaba el vestido. Me dirigí directo a él, y tras besos apasionados, quité su camisa y su pantalón, y así como un hecho cotidiano, nos unimos una vez más como si fuésemos un solo cuerpo, con la promesa de la típica “hasta que la muerte nos separe”, pero para nosotros que sea típica no significaba que no sea verdadera, para nosotros era real.
Al día siguiente, bien temprano, apenas un par de horas desde la aparición del sol, mi grito de pánico despertó a mi esposo, el cual dormía plácidamente luego de una noche de pasión.
- ¿Mi amor qué pasó? – me dijo asustado. Lo único que pude hacer fue señalar la pared y en ese instante él se quedó igual de impactado que yo.
“3 DÍAS”, fue lo que alguien escribió con pintura negra en la pared blanca mientras los dos dormíamos soñando con el hermoso día que habíamos pasado.

5 Pablochis comentaron:

  • Pau... dijo...

    lo escribe Franco, uno de los administradores del blog, le gusta mucho que comenten, asi que bueno agradescan comentando :D