"Una nueva vida" CAP 7: "Disculpas y promesas"

miércoles, 28 de julio de 2010 3 Pablochis comentaron
HOY les traemos el séptimo capítulo de "Una nueva vida", esta vez titulado "Disculpas y promesas".
En este capítulo, Vale empieza su recuperación estando todos muy alterados por lo que pasó, en especial Mar, muy arrepentida del hecho. Para levantarle el autoestima a Vale, Simón promete cumplir con lo que ella desea, dandose cuenta que ella tenía razón con "la desventaja" del NE.
Esperamos que lo disfruten y que sea de su agrado, porque muy pronto se vienen capítulos muy interesantes y románticos, ¡A esperar Simerias!


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CAPITULO 7: Disculpas y promesas


Estaba en el edificio del gobierno, sentada en la camilla de la oficina del doctor Kant. Él acababa de terminar de limpiarme los cortes y de desinfectarme las heridas, tan cuidadosamente que sentí por un momento que yo era una niña que se había lastimado al caerse y que mi padre estaba curándome.

- Valeria no te asustes… - me dijo sacando una pinza de su estuche - … te tengo que sacar los vidrios que te quedaron pegados y los que tenés en los cortes, vos avisáme si te duele. – me dijo con tanta paz que por un momento pensé que me estaba cantando una canción de cuna. Kant parecía un hombre súper dulce, amable y buena persona, el estar cerca de él te generaba una sensación de tranquilidad tan intensa que te sentías muy seguro estando cerca suyo. Sentía un poco de ardor cuando hundía las pinzas, pero él me miraba a cada rato para ver si yo hacía una mueca de dolor.

Nos alertamos cuando escuchamos gritos que provenían de afuera, luego escuché bien y me era inconfundible esa voz, era mi novio.

- ¡Renné dejáme pasar! ¡Soy el novio! – decía detrás de la puerta, ésta se abrió y Simón corrió hacia mí como un relámpago, me tomó de las mejillas y me besó muchas veces - ¡¿Mi amor estás bien? Vine lo más rápido que pude cuando me enteré – me decía mientras me tomaba de la cara y me acariciaba con su dedo pulgar, mirándome a los ojos.

- Sí, estoy bien, no es nada importante.

-¿Mi amor cómo que estás bien? Miráte, estás toda cortada – decía mirando mis brazos y mis manos - ¿Kant como está Vale?

- Está bien, ahora le termino de sacar los vidrios, la desinfecto otra vez y la vendo y ya está. Sólo va a tener que tomar unos medicamentos para que no se infecte, pero no es nada grave – le dijo a Simón poniendo una mano en su hombro. – Ahora cuando termino con Vale voy a tener que ir a ver a Marianella, me contó Ingrid que está sentada, inmóvil en su cama, que llora pero que tiene la mirada ausente, que no habla, síntomas del shock, suerte que también soy licenciado en psicología – dijo con una pequeña sonrisa en su rostro, él no era de reírse mucho.

- Lo que menos me importa es ella en este momento – dijo Simón con esa cara de malo que parecía mal actuada.

- Simón, no me agrada la idea, pero te voy a pedir que te retires, ya conoces cuáles son las reglas y no podemos hacer nada, perdón. – dijo Kant como si estuviera cometiendo un delito.

- Esta bien, lo entiendo, pero conste que me voy porque me lo pedís vos – le dijo al doctor con una sonrisa y palmeando su espalda – Mi amor, nos vemos afuera, voy a estar esperándote. – me dio un largo beso y se fue.

Kant terminó por fin de quitarme todos los vidrios, me pasó un algodón con una sustancia extraña por todos los cortes para desinfectarme, y me vendó cada uno de ellos con una extrema delicadeza. Luego me dio los medicamentos que tenía que tomar y me acompañó hasta la puerta. Allí estaban Jazmín, Renné y León, justo donde los había dejado antes de entrar, estaban hablando con mi novio. Cuando me vieron, todos llegaron hasta mí como una ráfaga.

- Simón, aseguráte de cambiarle los vendajes una vez por día, de pasarle agua oxigenada antes y de que tome los medicamentos, es por una semana nada más, por favor – le dijo Kant.

- Sí, no hay problema, yo me encargo de todo, te lo prometo. – dijo sonriéndonos a mí y al doctor.

- Bueno chicos yo tengo que ir a revisar a Marianella, los llevo al NE si quieren.

Fuimos todos hacia el NE, y después hacia mi habitación. Entré detrás de Simón, aferrada a su cintura, sólo porque él me lo pidió. El piso ya estaba limpio y había otra alfombra, sin manchas de sangre. También había un nuevo florero sobre aquella mesita que no había roto, justo al lado de nuevos vasos y botellas de agua mineral, parecía que no había ocurrido nada de lo rápido que acondicionaron todo. Mar estaba como “autista” sentada en su cama, en las condiciones que nos había descripto Kant. Él se acerco a Mar para revisarla, y cuando ella alzó la cabeza y se percató de mi presencia a pesar de que estaba escondida detrás de Simón, salió de su estado de shock y se abalanzó rápidamente hacia donde estaba yo. Simón me aferró aún con más fuerza a su cintura.

- ¡Vale perdonáme! ¡Perdonáme por favor! ¡Te juro que no sé por qué hice eso! ¡Estoy muy arrepentida! ¡Por favor perdonáme! – decía llorando y gritando, al mismo tiempo que Nacho, el cual no se había movido de su lado desde que me fui de allí, la agarraba con todas sus fuerzas, formando un aro alrededor de su torso y brazos, alejándola de mí.

- Vamos para mi habitación mejor – me dijo Simón al oído.

Antes de que se cerrara la puerta, vi cómo Kant le aplicaba una inyección a Mar, la cual no dejaba de repetir la palabra “Perdón”, llorando y moviéndose sin parar en la cama. Luego ella se fue tranquilizando de a poco. No podía seguir viendo eso, así que de una vez por todas fuimos a la habitación de los chicos.

Simón me acostó en su cama muy delicadamente, para luego traerme más almohadas, además de un vaso de agua para la medicación. La tomé rápidamente. Él estaba parado en el medio de la habitación, pensando cosas que me harían bien a mí.

- Mi amor basta, son cortes nada más, no estoy lisiada. Vení, acostáte conmigo – le dije tomando su mano. Él me hizo caso, se sacó los zapatos y gateó por la cama para acomodarse justo a mi lado. Me tomó la cabeza y la puso sobre su pecho, como me encantaba a mí. Yo lo tomé por la cintura y luego entrelazamos nuestras piernas, como solíamos hacerlo. Él me acariciaba el pelo, como de costumbre.

- ¿Sabías que te amo demasiado? – le dije jugueteando con los botones de su camisa.

- Lo sé, pero vos no sabés que yo te amo mucho más – me dijo antes de besarme la cabeza.

- Mi amor no mientas, además no quiero empezar la típica discusión del “Yo te amo más, no yo más…”.

- Bueno está bien. – luego me senté en la cama y el me miraba, apoyándose sobre su brazo.

- ¿No te gustaría estar en una playa desierta sólo nosotros dos? – dije con una inmensa sonrisa. Sentía unos labios que me besaban la espalda y que subían por mi cuello, él se me puso justo detrás mió, rodeándome con sus piernas y abrazándome con sus fuertes brazos.

- ¿Y a qué viene eso? – me preguntó al oído.

- No sé, pero pienso que debe ser porque no tenemos mucha privacidad que digamos acá en el NE.

- Ah pero si querías acción me hubieses avisado – me dijo antes de que nos empezáramos a acostar en un lluvia de besos, terminando yo arriba de él. De pronto se abrió la puerta y los dos dejamos de besarnos para mirar rápidamente al que nos estaba interrumpiendo. Noté la expresión de disgusto de Simón.

- Perdón, no sabía que estaban acá. – dijo Ramiro apenado.

- No, está bien, es tu habitación, no tenés por qué disculparte – dije mientras me sentaba en la cama, pero mi novio seguía acostado mirando al techo. Luego se giró en la cama dándole la espalda a Ramiro.

- ¿Vos estás bien? Me enteré de lo que pasó.

- Sí, no es nada – dije mostrándole mis vendajes.

- Me alegro, entonces los dejo solos. Perdón Simón. – Mi novio extendió una mano con el dedo pulgar levantado, indicándole que todo estaba bien, aunque ni siquiera se dio vuelta para mirarlo. Luego Ramiro se fue, cerrando la puerta muy fuerte. Simón se puso otra vez boca arriba y yo me puse encima de su barriga, acariciándole el pecho.

- No estés molesto, yo te dije que no teníamos mucha privacidad acá.

- Si vos querés playa y privacidad, algo se me va a ocurrir, te lo prometo mi amor – me dijo regalándome una amplia sonrisa. Yo se la devolví y me abalancé sobre sus labios para besarlos una vez más.




3 Pablochis comentaron:

  • Chubi dijo...

    Naaaaaa si son muy muy tiernos por dios se zarpan, el todo preocupado por ella. Me dio una pena Mar :( está re loquita mi vida igual la banco aunque casi la mata a Vale XD.

  • Camy110 dijo...

    Me da pena Mar :'(

    Más tiernos Simón y Vale, espero que encuentren ese lugar de privacidad jajaja, saludossss, y espero otro cap con ganas! :D