Esperamos que disfruten este capítulo, esperado por muchos, el cual desborda pasión y emoción sin igual.
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CAPÍTULO 12: “Tiempo de Amar”
Nos fue muy difícil dejar de ver el atardecer, pero pudimos. Nos fuimos para dentro de la casa a ordenar el equipaje. En su interior, era muy acogedora también. Era muy lujoso, pero rustico, estaba bueno salir un poco del blanco, negro y gris. Tenía una cocina preciosa con un desayunador, el cual daba paso al comedor, con una mesa donde detrás de ella, se hallaba una puerta corrediza para salir al mirador exterior. Del lado derecho de la puerta de entrada, se hallaba el living, con unos sillones blancos que se veían muy cómodos, alrededor de una TV LCD y una mesita con unas flores hermosas sobre ella. En el fondo se hallaban dos puertas, una daba al baño, con una bañera con hidromasaje y la otra puerta daba a la que sería nuestra habitación, con una gran cama en el medio, un enorme espejo en una de las paredes y ventanales por todos lados.
Como ya era de noche, cuando terminamos de ordenar la ropa en los armarios, nos fuimos a cenar, Mi Simón preparó unas hamburguesas caseras, con pan casero y ensalada. Suerte que los mucamos habían llenado la alacena y la heladera.
Por un momento me sentí una niña, ya que estaba sentada en el desayunador que daba a la cocina, mirando cómo mi novio cocinaba con el torso desnudo pero con un delantal de cocina, y descalzo, como de costumbre.
Terminamos de comer y me sentía muy llena.
- ¡Ay voy a explotar! – le dije tocando mi estómago.
- Vamos a hacer alguna actividad entonces, dentro de un rato.
- ¿Qué “actividad”?
- Mmm, no sé, ¿nadar?
- Pero es de noche mi amor
- ¿Y qué? Estamos cerca de un volcán, el agua siempre esta calentita – dijo sonriéndome y frotando sus manos.
- Bueno, dale.
Mi novio lavó los platos mientras yo miraba la televisión. Minutos después, escuché que la canilla se cerró y que él venía corriendo a toda velocidad hacia mí, saltó el sillón y cayó a mi lado.
- ¿Enloqueciste? – le dije tocándole el pelo.
- No, digamos que te vine a buscar. – me tomó la mano y me sacó del sillón, yo lo detuve.
- ¿Qué pasa mi amor? ¿No querés?
- Sí, es que quiero ir al baño primero, además me tengo que cambiar.
- Ah, bueno, te espero en el agua entonces – salió como una ráfaga por la puerta.
- ¿No te vas a poner maya?
- ¡NO! – me gritó ya de lejos. No pude evitar sonreír a la respuesta de mi pregunta.
Fui al baño a peinarme un poco, aunque no sé por qué lo hacía, ya que íbamos a nadar. Luego me dirigí a nuestra habitación y abrí uno de los cajones, no sabía dónde Simón había puesto mi ropa. Cuando lo abrí, noté que había ropa de mujer, pero no la mía, y de colores que no eran blanco y negro. “¿Y esto? ¿Y mi ropa?” pensé. Luego abrí el cajón de abajo y ahí estaba lo que había traído. Supuse que la ropa ajena de colores era obra de mi novio, así que elegí una de las mayas, color violeta, que venía con un pareo del mismo color. Me lo puse rápidamente. Me miré al espejo y dí unas cuantas vueltas frente a él.
Luego salí de la casa y un aire cálido rozó mi piel. Caminé por el sendero de madera en dirección a la playa, hasta que algo llamó mi atención. La ropa de Simón estaba tirada a un costado del caminito, su boxer y sus bermudas. Tomé sus prendas y las olí con pasión, el perfume que originaba su piel me hacía enloquecer, era como una droga para mí.
Había entendido el sentido de que sus prendas estuvieran en el suelo y no con él, así que las deje y me saqué las mías. No tenía frío, ya que el aire griego me sentaba demasiado bien, un aire cálido y seco. Caminé por el sendero unos cuantos metros más y me detuve otra vez. Unas antorchas que estaban clavadas en la arena iluminaban el lugar y la figura de mi novio, el cual estaba metido en el mar, con el agua hasta la cintura, mirando la luna brillante de un cielo estrellado.
Pasé por la arena jugando con ella a medida que avanzaba, hasta llegar al agua. Estaba “calentita”, justo como él me había dicho. Me sumergí para mojar mi pelo y luego fui hacia mi objetivo. Lo abracé y me apoyé en su espalda, presionándome contra él para que sienta el relieve de mi cuerpo desnudo. Luego se dio vuelta, me miro los ojos e hizo lo mismo, cumplió con su tarea, lo sentí, afuera de mí, pero lo sentí. Nos miramos a los ojos fijamente durante unos segundos, bajo la luz intensa de la luna, para luego juntar nuestros labios mojados en un inolvidable beso, uno de los mejores hasta ahora.
Simón me tomó de los muslos y me subió para que quedáramos pecho con pecho, enrollándome en su cintura con mis piernas. Ahora él me besó con una pasión que nunca antes había descubierto, acariciando suavemente mi espalda con sus formidables dedos. En esa posición me sacó del agua, depositándome delicadamente sobre la arena, acostándome en ella. Igual que mi sueño, Simón se puso arriba mío y comenzó a flexionar sus brazos repetidamente, pero en esta realidad, haciendo que nuestras “zonas” se rozaran. Luego me posicioné arriba de él, y comencé a besar su torso, bajando hacia aquella zona suya, de la cual me apoderé como si fuera una golosina, jugando con ella como si fuera un juguete de niña, mientras él sólo se limitaba a emitir sonidos de placer, acariciando mi pelo, revolviéndolo. Seguimos así durante un largo rato, hasta que yo me detuve para arrodillarnos y quedar frente a frente, donde luego nos besamos a medida que íbamos bajando para acostarnos nuevamente, ahora él arriba mió.
Simón se apoderó de mis pechos como naufrago a la orilla, para luego mirarme a los ojos y unirse a mí con un solo movimiento. Podía sentir cómo mi novio se pegaba a mí y luego se separaba unos centímetros, muchas veces. Sentía cómo se movía adentro mío, cómo tocaba cada célula de mi cuerpo, eso me llenaba el alma, el espíritu. Un rato después, volvimos a girar, quedando nuevamente yo arriba de él, pero esta vez, mis piernas se arrodillaron una a cada costado de él, dejándome sentada “allí”. Esta vez fui yo la que lo introdujo en mí, pero por otro sitio, fantaseado por mi novio, yo sabía que sí. Comencé con el movimiento ascendente y descendente, gracias a mis rodillas. En ese momento sentía cómo él se agrandaba aún más dentro de mí, al mismo tiempo que una sonrisa iluminaba su cara, la cual tenía los ojos cerrados.
Pasó así una hora más o menos de pura magia, no sabía con precisión cuánto tiempo había pasado, creía que una hora, no estaba pendiente de eso, nadie lo estaría en nuestra situación. Luego, Simón me tomó otra vez de mis muslos, pero sin salirse de adentro mío. Me llevó en nuestra clásica posición “koala” hasta la cama de la habitación, donde allí me depositó tan delicadamente como si fuera una princesa, para seguir con lo que ya hacía un par de horas habíamos comenzado, porque sin dudas, ese era nuestro primer tiempo de amar.
1 Pablochis comentaron:
nolo podes cortar ahiiiiiiiiiiiiiiiiiii jajajajajajaja no diooooooooos.. ame ese cap!!! HOT HOT jajaja me encantó ese rock en la playa, encima rochi le hizo de todo wacha desgraciada yo quiero ser ella mujajajajaja ojala en c.a hicieran un rock como los nuestros franquito, cosa imposible jajajajaja aunque imaginate en ese caso, tendrían que hacerlo enserio, si ya con un acting en una cama en el rex se ponene asi ajaaajaj.. lo ameee (L)..
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