En el capítulo de hoy, Vale se muestra confundida y angustiada por saber la verdad, por descubrir la gran mentira. Por eso, ella se refugia en Ramiro y son vistos por Simón, el cual siente unos celos "especiales". Además, Simón y Vale comenzarán a sospechar de un chico que ya viene dejando interrogantes en ellos.
Esperamos que lo disfruten y que pasen un buen momento. Pronto se conocerá la identidad de ese pre-adolescente.
HACE CLICK EN LEER MÁS PARA LEER EL 27º CAPÍTULO
CAPÍTULO 27: Vestidos con la mentira
Podría haber ido a mi habitación, pero no. Me dirigí hacia la terraza del NE, donde me senté en la cornisa, a contemplar la gran mentira en la que vivíamos, si es que era cierto lo que las chicas me habían dicho, estaba muy convencida de que era verdad, tenía mucha lógica ahora que podía pensarlo a solas.
Me quedé mirando el patio del NE durante unos cuantos minutos, hasta que alguien entró. Era Ramiro, que venía con su guitarra.
- Ah, perdón, no sabía que estabas vos, me voy a otro lado – se disculpó.
- No pará, ¿tenés un minuto? – le consulté.
- Sí, no hay problema Vale – dejó la guitarra en uno de los sillones blancos y se sentó en la cornisa, a mi lado. - ¿De qué me querés hablar?
- Ya sé todo, ya no hay más secretos entre nosotros ni entre nadie.
- No sé de qué estás hablando.
- Sabés perfectamente de lo que estoy hablando. Ramiro, las chicas ya me contaron.
- ¿Recuperaste los recuerdos? – me preguntó abriendo los ojos y acercándose hacia mí.
- No, y me re frustra eso. – suspiré.
- Lo sé, te entiendo, y no sabés cuánto te entiendo.
Saqué mi foto en la cual estábamos Simón y yo en lo que parecía un casamiento, y la comencé a mira de nuevo con mucha ternura.
- ¿Cómo puede ser que no me acuerde de esto Ramiro? – le dije mostrándole mi foto. Él no me dijo nada y sacó de su billetera otra foto, la cual desdobló y me la dio. Era él, besándose con una chica. Yo la conocía, era la misma chica con la que lo ví besándose en el depósito. En la foto, estaban vestidos con prendas de colores, como si fuera un uniforme.
- Supuestamente lo viví, y no me acuerdo de eso. ¿Cómo es que no me acuerdo de mi novia?
- ¿Dónde está ella ahora? – le pregunté, con un poco de vergüenza.
- Se la llevaron, el día anterior a que mataran a Arthur. Habíamos hecho el amor en este mismo lugar, y después cuando salimos, Teo la vio, la desmayó y se la llevó. ¡Y me quiero morir porque yo tuve la culpa! ¡Y no se donde está Vale! ¡Es mi novia! – dijo levantando el tono de voz y comenzando a llorar.
- Perdonáme, no sabía.
- No, está bien, tenemos que terminar con toda esta farsa para que la podamos recuperar, sea cual sea el lugar en donde esté.
- No llores más, que me vas a hacer llorar, hace rato que tengo ganas de llorar y no puedo – le dije, tocándome el pecho.
- ¡Y llorá! ¡Sacálo todo! ¡Descargáte! – traté de retener el llanto pero no pude, un par de lágrimas comenzaron a caer de mis ojos.
- Ramiro, te juro que no soporto más esto, me quiero ir de acá – le dije muy sincera, secándome las lágrimas que no dejaban de salir. Él hacía lo mismo.
- Ya lo sé, yo también, me quiero ir con los chicos, pero si nos vamos, ya no vamos a poder tener contacto directo con todo esto, no vamos a poder tener información, no vamos a poder revelarnos en secreto, aunque nos duela, es mejor así. – Yo asentí y luego se hizo un silencio muy incómodo.
- ¿Te molesta si te abrazo? – me dijo muy apenado.
- No, me gustaría mucho, lo necesito – los dos nos abrazamos y terminamos de llorar. Cerré los ojos y cuando los abrí, me sorprendí rotundamente.
Mi novio nos estaba mirando, con esa cara que siempre él me pone cuando está triste, desde el marco de la puerta de la terraza. Cuando se dio cuenta de que me percaté de su presencia, se fue. Sin dudarlo, aunque todavía estaba un poco enojada con él, le dije a Ramiro que me tenía que ir y lo fui a buscar.
Lo busqué por todo el NE hasta que lo encontré en el baño, sentado en uno de los banquitos de la esquina del pequeño vestuario.
- Mi amor… - le dije acercándome lentamente hacia él y sentándome a su lado - …no quiero que pienses cualquier cosa, fue un abrazo de amigos nada más.
- Ya lo sé, es que vos no entendés…
- Si me contaras, quizás entendería. – lo tomé de la mano.
- Vale, vos y Rama hace mucho fueron novios, y ahora que estás reseteada, tengo miedo de que te confundas y te vuelvas a enamorar de él. Mi amor, tengo miedo a perderte.
- No tenés por qué tenerlo, Simón, yo te amo a vos y a nadie más, y eso nunca va a cambiar.
- ¿Cómo estás tan segura? – me preguntó levantándose y yendo hacía el centro del baño. Yo lo seguí instantáneamente.
- ¡Porque cuando un amor es verdadero, yo me juego la vida a que es eterno! – le grité, tomándolo de la cara. Él me sonrió y me tomó de las mejillas también.
- Mi amor, ¿De donde conocés esa frase? – me preguntó entusiasmado.
- No…no sé, me salió – le contesté confundida. ¿De donde salió eso? ¿Cómo se me ocurrió?
- Vale, esa frase es de Thiago, la decía todo el tiempo antes de que pasara lo de las bombas. Mi amor, estás recordando cosas. – me dijo sonriente. Yo le devolví la sonrisa.
Nos miramos unos segundos y luego nos besamos con pasión, con esa ternura inigualable que era propia de nosotros dos.
Mi novio tenía que hacer trabajos de la guardia civil, y el que tenía que realizar ahora constaba de revisar las cámaras de seguridad de todo el NE. Fuimos a su habitación, nos acostamos en su cama y sacó su netbook. Revisamos cada una de ellas y no había ninguna novedad. De paso, aprovechamos para ver la “gran mentira” en su totalidad. Pero de pronto, en una de las cámaras que filmaba uno de los extremos del otro lado del muro, vimos a un chico que estaba de espaldas, arrodillado en el suelo, revisando su mochila. Simón y yo nos miramos extrañados, y volvimos nuestras miradas a la pantalla. El chico de color castaño se dio vuelta y pudimos verle la cara.
- ¡Mi amor, es el chico del cementerio! – le dije sorprendida.
- Sí, me di cuenta. ¿Qué hace acá?
En ese momento, entró Hope al lugar.
- Ay mis amores, ¿Qué están viendo? – miró la pantalla de la netbook y se paralizó. La expresión de su cara era de horror. Cerró la pc y nos la quitó.
- ¿Hope qué haces? ¿Quién es ese chico? – la increpó mi novio, ahora sentado en la cama, al igual que yo.
- ¿Qué chico? ¿Yo no vi ningún chico? ¿Se sienten bien ustedes?
- ¡No nos tomes por tarados Esperanza! ¿Quién es? ¿De dónde lo conocés? – mi novio ya se estaba enojando.
- Es…es… un amigo de León. Sí, eso, un amigo de Lleca – se la notaba nerviosa.
- No nos mientas más, ¿Quién es? ¿Por qué siempre está cerca? ¿Qué quiere? ¿Por qué te pusiste así cuando lo viste?
- Chicos, no me puedo hacer más la bolida, pero les juro que no les puedo contar, es secreto mandalayo.
-¿Eh? – yo no dije ni una palabra mientras ellos discutían.
- ¿Saben qué? Véanlo, total por que lo vean no va a pasar nada, pero de mi boca no va a salir ni una sola respuesta sobre el tema – dijo devolviéndonos la computadora. Hope nos dejó solos.
Durante un buen rato, Simón y yo nos quedamos contemplando a aquel chico, a ese pre-adolescente, de ojos claros y pelo lacio castaño, de una sonrisa muy familiar para mí, el cual me hervía la sangre cada vez que lo veía, sin explicación alguna.
4 Pablochis comentaron:
Ahhh, un hijito Simería? jajajaja
Ojaláááá!!!
Lindo cap, menos mal que no se pelearoooon :D
pienso lo mismo qe cami!
sera el mini pablochi?? perdon,,mini simeria? jajaja
Es un simerio mini, me mori de amor (L). que calderone te robe la idea plischu! jajajjaa..
Publicar un comentario