"Una Nueva Vida" CAP 42: "Advertencia"

lunes, 15 de noviembre de 2010 1 Pablochis comentaron
HOY les traemos el capítulo 42 de "Una Nueva Vida", la novela de nuestro FansClub Oficial e Internacional de Pablochi "Pablochifans".
En el capítulo de hoy, los chicos se despiden de la guarida por última vez para pasar a vivir en el ex NE, su nueva casa que recuperaron con mucho esfuerzo. En el trayecto de vuelta, una piedra con un mensaje impacta en el parabrisas, haciendo detener a los chicos. Aquel mensaje contiene una advertencia que devolverá el misterio, las sospechas y por sobre todo el miedo al círculo de los habitantes de la Urbe nuevamente, haciendo que ya sea tiempo de prepararse para lo que viene, algo desconocido pero seguramente terrible, sabiendo de quien viene.
Esperamos que lo disfruten y que nos dejen su opinión en un comentario.

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CAPÍTULO 42: Advertencia
Al día siguiente nos adentramos en el bosque con una camioneta. Fuimos a la guarida y sacamos nuestras pertenencias. Con una caja en la mano, me quedé parada en el medio de la gran sala contemplando por última vez ese lugar que de tantas alegrías nos llenó, y por supuesto, que tanto nos protegió. Yo era la última en salir, todo estaba en un profundo silencio.
- ¿Angustiante no? – esa voz me tomó de sorpresa, haciendo que tirara mi caja y se cayeran todas mis cosas. Luca se arrodilló par ayudarme a ponerlas en su lugar.
- Sí, aunque me gustaría recordar lo que viví antes del reseteo acá, estoy satisfecho de haber estado por lo menos un tiempo, me deja recuerdos muy lindos.
- Sí, a mi también – puso la última cosa en la caja y nos levantamos del suelo.
- Dame, yo la llevo – le dije sonriente extendiendo los brazos para recibir la caja.
- No, por favor, son la esposa de mi mejor amigo. – me dijo con una sonrisa tan intensa que hizo que mostrara sus dientes.
- Bueno, gracias – salimos al jardín y nos topamos con Simón.
- Ay estaban acá, los estaba buscando por todos lados – dijo un poco molesto.
- Bueno, mi amor, nos quedamos un ratito dándole una última mirada a la guarida.
- Vamos que nos deben estar esperando – Dijo Luca. Cruzamos las alcantarillas hasta llegar al prado donde se encontraba la camioneta con todos los chicos. Simón y Luca acomodaron sus cosas y las mías en el baúl descubierto y luego entraron, sentándose a mi lado. Aunque no íbamos todos, estábamos un poco apretados. Nacho al volante, Mar sobre Thiago en el asiento del acompañante, Kika sobre Ramiro, a mi lado León sobre Luca y por último, del lado de la ventana, Simón y yo. En el baúl descubierto se encontraban Tacho y Teo, cuidando de que nuestras pertenencias no se cayeran.
Estábamos teniendo un viaje placentero, entre amigos, como hace mucho no teníamos, hasta que de pronto lo que parecía una piedra impactó contra el parabrisas, haciendo que Nacho tuviera que hacer una maniobra brusca ante la sorpresa, mientras Mar se desesperaba a gritos, y Kika también, pero en menor grado. La camioneta frenó de costado, cortando la calle.
- ¿Qué fue eso? – preguntó Rama, mientras le acariciaba el pelo a Kika, en forma de protección.
- No sé, al parecer una piedra, voy a ver. – respondió Thiago. Simón me apretó con fuerza al ver que empezaba a sudar por la tensión.
- No pela no vallas, no quiero que te pase nada, ¿Mirá si es una trampa?
- Mar tranquilizáte, Tacho y Teo ya se bajaron para ver qué fue. – Mar se corrió un poco de su regazo y Thiago salió con cuidado de la camioneta hasta que divisó a los dos rubios.
Me asomé por la ventana y pude ver cuando Teo le pasó la piedra a Thiago. Éste desenganchó de ella un papel y lo leyó con detenimiento. Nacho también se bajó del vehículo y se paró en frente.
- Ah bueno, flor de rajadura le hicieron – dijo tocando el parabrisas. Teo y Tacho se subieron al baúl y Thiago entró en la camioneta, poniendo a Mar en su posición inicial.
- Dale Nacho entrá, hay que ir al NE ya, subíte – Él hizo caso y puso en marcha la camioneta a toda velocidad, a pedido de Thiago.
- ¿Thiago qué pasa? – le preguntó mi novio impaciente, preocupado. El muchacho de poco pelo le pasó un papel a Simón. Él lo miró confundido. Era una hoja en mal estado, que tenía escrito “8 días”.
Al leer eso, miré a mi esposo asustada, aterrada, eso sin lugar a dudas era una amenaza indiscutible. Simón le pasó la hoja a Luca y luego me correspondió la mirada. Puso su frente junto a la mía y me besó tiernamente, brindándome la paz que justo necesitaba en ese preciso momento.
Llegamos al NE en unos pocos minutos. En todo el trayecto Thiago les informó a los que no lo sabían sobre el contenido de la nota. Algunos como Mar se desesperaron, pero él los hizo mantener la calma.
Una vez en el NE, todos bajamos de la camioneta y Nacho, Tacho, León y Rama se dispusieron a llevar nuestras pertenencias a las habitaciones correspondientes. Ni bien nos vio, Renné llegó como un rayo ante nosotros gracias a las señas que le hizo Thiago desde lejos.
- Si señor, dígame.
- Renné te dije que no me digas así, que sea el jefe de ministros no significa que me tengas que tratar como un rey, ¿Tuteáme si?
- Bueno – hizo una pausa – Thiago, ¿qué necesitás?
- Necesito que organices todo, en 15 minutos necesito dar un comunicado para toda la Urbe, es importante, y urgente sobre todo.
- ¿Se puede saber de qué?
- Ya te vas a enterar, nos vemos en quince.
Todos nuestros amigos se dispersaron por el campus. Mientras tanto, antes del discurso de Thiago, Simón y yo nos dirigimos al baño y, luego de estar unos pocos segundos convenciéndome, accedí a bañarnos juntos. Me daba mucha vergüenza ya que cualquiera podía entrar y vernos, pero sin embargo nos duchamos juntos, enjabonando cada una de las extremidades del otro, haciendo del baño algo más placentero aún y divertido. Al salir de la ducha, mientras nos secábamos, la puerta se abrió y Luca entró quitándose la remera. Simón y yo nos tapamos el uno al otro como pudimos con las toallas. Luca nos miró sonriente, a punto de estallar de la risa.
- Ah bueno, me venía a bañar, pero parece que se me adelantaron.
- Gracias a dios que sos vos y no otro, sería muy vergonzoso que nos vieran así – dijo mi esposo.
- Es vergonzoso – agregué pegándole un codazo en el torso.
- Tenés razón Vale, perdón, avísenme cuando salen. – Luca se puso la remera y se retiró.
Gracias a este suceso reciente, Simón y yo nos vestimos cortando un poco con el momento apasionado que estábamos viviendo. Luego fuimos a avisarle a Luca que el baño ya estaba disponible.
Simón y yo salimos al patio del ex NE y nos encontramos con una multitud reunida frente al escenario. Todos nuestros amigos estaban en fila, detrás del atril en donde hablaría Thiago.
- Vengan, faltan ustedes – dijo Renné y nos ubicó al lado de Melody y Tefi. Pocos segundos después Luca llegó corriendo y le hicimos un lugar al lado de su flaquita. Exactamente un minuto después, Thiago llegó y una multitud lo aplaudió hasta que se paró frente al atril y acomodó el micrófono para comenzar a hablar.
- Como Jefe de Ministros justo, no les voy a mentir, voy a ser sincero y breve, pero al mismo tiempo conciso. Hace un par de horas, cuando veníamos en la camioneta hacia acá, una piedra con una nota impactó contra el parabrisas, nos detuvimos, la leímos y vinimos para acá inmediatamente para comunicárselos. El papel tenía escrita la frase “Ocho días”, y al ver eso no hay mucho que deducir. – Thiago sacó de su bolsillo la nota que habíamos encontrado en la roca - Esto que nos tiraron es una advertencia, y creo que ya todos saben de quién viene. En ocho días, no sabemos qué, pero algo va a pasar, y tenemos que estar preparados, unidos, tenemos que resistir lo que se nos venga encima. Entre mañana y pasado los guardias les van a informar todos los recaudos que vamos a tomar para ese día. Muchas gracias a todos pos su atención.
Cuando Thiago terminó de hablar, pude ver las caras de horror de todos los allí presentes, algunos se abrazaban con sus amigos, otros sólo se miraban entre ellos confundidos, pero todos con la misma cara de pánico, al igual que todos mis amigos que recién se enteraban de la terrible noticia.
En pocos segundos todos los oyentes se habían ido al interior de las residencias. No quedaba nadie, solo nosotros. Thiago se quedó inmóvil ante la reacción de las personas, no se lo esperaba. Fuimos a consolarlo aunque él no tenía la culpa de nada. La paz y la felicidad ya no se encontraban entre nosotros, como un dejá vú, el miedo nos volvía a encerrar poco a poco.


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