"Una Nueva Vida" CAP 68: La llave del fin (2º Parte)

domingo, 26 de junio de 2011 1 Pablochis comentaron
Últimos 2 capítulos

HOY les traemos el capítulo 68 de "Una Nueva Vida", la novela de nuestro FansClub Oficial e Internacional de Pablochi "Pablochifans".
En el capítulo de hoy, Simón y Thiago viajan al pasado y llegan hasta la ciudad devastada para cumplir con su objetivo: encontrar la llave y la cerradura pertenecientes al mecanismo del reloj. Caminan por horas sin éxito hasta que Thiago encuentra la residencia "Cameron", casa del intendente del lugar en dónde se encuentra la caja fuerte que contiene dichos objetos. ¿Habrán encontrado la caja y los objetos? ¿Habrán vuelto a salvo a su tiempo? ¿Habrán podido cerrar el portal del reloj? Descubrílo en este apasionante capítulo. ¡No te lo pierdas, sólo faltan dos para el gran final!
Esperamos que les haya gustado y que nos dejen su opinión en un comentario.

CLICK EN LEER MÁS PARA LEER EL 68º CAPÍTULO






CAPÍTULO 68: La llave del fin (Parte 2) [Habla Simón]

Aquella luz incandescente nos había cegado por completo. Cuando uno viaja en el tiempo, en el pase de una línea temporal a la otra siente un cosquilleo en el estómago. Por lo menos yo, ya lo había dejado de sentir, así que abrí los ojos lentamente y, al notar que le solté la mano, Thiago los abrió también.
- Es muy triste este lugar – me dijo con la voz más rasposa que de costumbre.
Aquel sitio era tal cual Nico y Cielo nos lo habían descripto: cenizas volcánicas, rocas de un gris intenso originadas por la lava en estado sólido, a su vez agua por todos lados, grande lagos y parques públicos inundados, casas, árboles y edificios totalmente destruidos, escombros y más escombros, todo abrazado por un deprimente cielo en tonos grises.
- ¿Cuál será la casa del intendente? Acá son todas escombros, no hay diferencia entre una y otra – le dije con total honestidad.
- Según me dijo Nico, su casa ocupaba toda una cuadra, y se llamaba la “Residencia Cameron”, creo que le puso así por su hijo – me informó Thiago, que con todos esos datos ya parecía un guía turístico.
- Bueno, no sé, caminemos a ver qué pasa – le dije desganado. Si hay algo que odiaba, era hacer cosas sin una organización que diera un buen resultado.
Caminamos durante horas por aquella devastada ciudad sin ningún resultado. Tampoco nos ayudaba que la casa del intendente sea una quinta, ya que por más que tuviese que estar rodeada de pasto, la ciudad estaba tan destruida que no había ni un mísero signo de naturaleza viva.
Ya que Thiago se hallaba a unos cuantos metros por detrás de mí, aproveché para sentarme en un tronco caído. Saqué la botella de agua de mi mochila y comencé tomar. Me parecía raro nos escuchar pasos a mis espaldas, así que volteé la cabeza. No había nadie. Guardé la botella otra vez en la mochila y me paré, preocupado.
- ¡Thiago! – grité con todas mis fuerzas por lo menos tres veces mientras caminaba unos pocos pasos sin rumbo alguno, pero sólo se escuchaba el eco de mi voz. Así estuve unos cuantos segundos más, acompañado por una sensación de miedo y preocupación que incrementaban a pasos agigantados. Hasta que uno de mis gritos fue correspondido:
- ¡Simón! ¡Vení que encontré algo! – me gritó Thiago, que apareció parado sobre un armario viejo a unos cien metros de donde yo estaba.
Corrí lo más rápido que pude y en cuestión de segundos ya estaba a su lado. Mi hermano del alma tenía en sus manos un cartel sumamente oxidado pero que claramente se podía leer en él “Residencia Cameron”. Thiago me lo mostraba sonriente.
- Estamos cerca, debe ser por acá. Tenemos que buscar esa caja fuerte – me alentó.
Corrimos escombros, desenterramos cosas, revolvimos los lagos de agua, abrimos armarios, alacenas, excavamos. Nada. Hasta que inconcientemente por el enojo de no estar cumpliendo con nuestro objetivo, pateé un montículo de barro, que para desdicha de mi pie, y afortunadamente para nosotros, no era sólo una montaña de barro.
- ¡Ahhhhhhhhhhh! – grité del dolor y luego caí en un charco de lodo. En vez de preguntarme si estaba bien, Thiago se arrodilló y empezó a excavar el montículo de barro con el que mi pie se había accidentado.
Tirado en el piso, con los ojos llorosos y apretándome el pie, sin embargo pude ver cómo su sonrisita compradora se iluminaba a medida que la cantidad de barro disminuía.
- ¡La encontraste Simón, la encontraste! – me dijo eufórico y saltó sobre mí para abrazarme, haciendo que los dos nos hundiéramos en aquel charco de lodo del cual cada vez me costaba más salir.
Tomamos la caja entre los dos y, conmigo rengueando, la llevamos hasta la calle donde el suelo estaba seco y libre de objetos que estorbaran. Era muy pesada, así que ni bien llegamos la tiramos en el suelo y nos derrumbamos en el piso también. Nos pusimos en frente de ella cual dos niños con juguete nuevo y Thiago la abrió: por suerte no estaba puesta la combinación. Había joyas, muchos papeles y escrituras entre otras cosas. Pero entre todo aquello, se hallaba la tan buscada cerradura del reloj, la cual saqué y miramos con total triunfo.
- Pará, pará – dijo Thiago ahora con cara de preocupación - ¿Y la llave? ¿Dónde está la llave?
¡Tenía razón! ¡¿Dónde estaba esa maldita llave?! Revolvimos con locura el contenido de la caja fuerte una y otra vez pero nada. Nos miramos aterrorizados y los dos, al mismo tiempo, dimos un suspiro de derrota.
Volví a tener aquella cerradura en mis manos y la limpié un poco. Sorprendentemente, una inscripción yacía debajo de aquel ojo.
- Mirá Thiago, una inscripción: “La llave de tus recuerdos” – le comenté mientras se la pasaba para que él también mirara. Mi amigo puso una cara total de pensativo sin quitarle los ojos de encima a aquella frase.
- ¿Qué pasa? – le pregunté al no entender el porqué de su expresión. El “pela” metió la mano por el cuello de su remera rosada y sacó su famoso colgante con la llave que Mar le había dado hace más de un año. Se lo descolgó y como si fuera un hecho fantasioso, la llave encajó en la cerradura.
Los dos nos miramos atónitos. Thiago apretó la llave con sus manos y se paró. Yo también me paré.
- Es ésta la llave, ¡Simón, es ésta la llave! – me dijo con locura, alzándola. Luego nos abrazamos y comenzamos a saltar en círculos como cuando éramos más jóvenes y lográbamos ganar la final de un complicado juego de PlayStation.
Todos lo que pasó después, fue justo como te lo podés imaginar: Thiago y yo volvimos a nuestro tiempo con los objetos en nuestras manos. Nadie se nos quiso acercar debido a nuestro deplorable estado: mojados, sucios y totalmente embarrados. Sin embargo, les contamos todo acerca de nuestra aventura y de la fascinante casualidad de “La llave de tus recuerdos”.
A las 9:04pm, la misma hora en que aquella noche de 2008 viajamos al futuro, Cielo encastró la cerradura en el mecanismo del reloj e hizo girar la llave. Como era de esperarse, muy común para nosotros, todo comenzó a temblar de nuevo, aunque esta vez con más intensidad que nunca. Por último, como un dejá vú, una luz blanca nos cegó como de costumbre, pero esta vez nadie de nosotros desapareció i viajó a otra línea temporal. Esta vez, el reloj había desaparecido, y en su lugar ahora se hallaba una ventana de forma circular, idéntica a la que estaba cerca de la puerta del altillo.
Ahora sí nuestra misión estaba cumplida en su totalidad. Esa fue la última vez que vimos a nuestro amado reloj que tantas alegrías y tristezas nos trajo. Esa fue la última vez que experimentamos la sensación de un, para nosotros, común viaje en el tiempo.

1 Pablochis comentaron:

  • ramona dijo...

    que imaginacion tienes de verdad .. mis felicitaciones.. wow .. asi que era la llave de mar .. que fuerte me parece jaja.. aii me encantoo .. y a falta poco y el ultimo cap yaa