"Una Nueva Vida" CAP 70: Una nueva vida (Final)

Último Capítulo

HOY les traemos el capítulo 70, el último capítulo de "Una Nueva Vida", la novela de nuestro FansClub Oficial e Internacional de Pablochi "Pablochifans".
En el capítulo de hoy, Vale está por tener a su bebé. Todo se acelera y los nervios se incrementan, al igual que la histeria por parte de ella y de Simón. Ellos, Cielo y Nico llegan al hospital, donde la magia cobra vida y por fin llega esa tan esperada nueva vida.
GRACIAS por haber sido fieles a esta gran historia y por habernos apoyado desde el principio. Una ficción cuesta trabajo, pero todo vale la pena cuando otros pueden disfrutar. Gracias por haber compartido esta gran aventura con todos nosotros.
Esperamos que les guste el GRAN FINAL y que nos dejen su opinión en un comentario.

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CAPÍTULO 70: Una nueva vida

Toda mi vida, y más desde que quedé embarazada, me ponía a pensar en cómo iba a ser este momento. Ahora que me estaba pasando, no sabía de qué manera sobrellevarlo. Estaba sentada en el sillón, con los pies mojados por el rompimiento de bolsa, en frente, Simón totalmente en shock, al igual que yo. Pero alguno de los dos tenía que reaccionar.
- ¡Movéte Simón! ¡Hacé algo! ¡Avisále a alguien! ¡Llamá una ambulancia! ¡Algo! – le dije ya incrementando cada vez más mi nivel de histeria. Sentía que la beba se me escurría cada vez más y más y que no iba a aguantar mucho tiempo más en mi panza.
- ¿Hola Nico? Vale está por tener a la bebé, necesitamos ayuda. ¡Ya!... – fue lo poco que escuché de la conversación que mi esposo estaba teniendo con Nico, ya que Simón caminaba de un lado para el otro sin parar.
- ¡¿Te podés quedar quieto?! ¡Mi amor me ponés nerviosa! – le dije entre suspiros, tratando de mantener la calma y  de no empezar a gritar desaforadamente como cualquiera embarazada que está por parir. Simón me hizo acostar en el sillón y se arrodilló a un lado.
- ¡Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo, uno, dos, uno, dos, uno, dos! – me decía totalmente fuera de sí mientras me sostenía la panza con las dos manos.  ¿Acaso pensaba que así iba a sostener al bebé para que no salga?
La puerta se abrió y entraron a toda velocidad Nico y Cielo.
- ¡Ay, mi amor! ¡Vas a ser mamá! – me dijo cielo, con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡Qué novedad! ¡¿La podemos trasladar ya por favor?! – dijo Simón en un tono totalmente irónico. Estaba muy nervioso por la situación.
Nico y Simón me tomaron uno de cada lado y me levantaron cual objeto pesado. No pude evitar gritar y que la respiración se me acelerara. Otra vez, sentía que la beba iba a salir en cualquier momento, incluso mientras estuviese en el aire.
Llegamos hasta el sheep de Nico los cuatro y una vez que todos estuvimos sentados, pasó algo inesperado.
- No arranca, no sé qué pasa. – escuché que dijo Nico luego de varios intentos de girar la llave.
- Tranquilos todos… no pasa nada…todo está en orden… - Simón hizo una pausa - ¡¿Cómo querés que te arranque si no tenés nafta?! – comenzó a desesperarse de nuevo, olvidando la calma de hace unos segundo.
- Simón calmáte, no solucionás nada poniéndote así. Además, la vas a poner nerviosa a Vale – dijo Cielo en un tono de paz total mientras Nico iba a buscar combustible.
- ¡No quiero que mi hija nazca en un auto sin techo!- dijo apuntándola con el dedo – Tranquila mi amor, no pasa nada, no hay que entrar en pánico. – me dijo – Vos respirá, ¡inhalo, exhalo, inhalo, exhalo, uno, dos, uno, dos! – me decía apretándome fuerte la mano, respirando exageradamente como para mostrar cómo se hacía.
- Tranquilo mi amor, yo estoy bien – me besó - ¡Ahhhhhhhhhh! – lancé un grito ante el dolor abdominal que acababa de tener.
- ¡Ahhhhhhhhhh! – gritó Simón también ante el miedo que el mío le había causado. Luego gritamos juntos.
- Tranquila Vale, es una contracción, cuando tengas una, vos sólo tratá de respirar bien hondo. – dijo Cielo mientras Nico cerraba la tapa del combustible y se sentaba en el auto. Giró la llave y arrancó.
- Ahora sí me estoy empezando a preocupar, ¡A fondo el acelerador! – le dije, no pudiendo controlar la histeria contenida ocasionada por la situación.

Todo lo que pasó desde que llegamos al hospital, forma parte de recuerdos que siempre voy a llevar conmigo.
 Una vez allí, los enfermeros me pusieron en una silla de ruedas y ellos, Simón y yo, subimos al tercer piso. Nico y Cielo se quedaron llenando unos papeles. En el ascensor, Simón se arrodilló al lado de mi silla, me tomó la mano y la besó. No hacía falta decir nada, nuestras miradas lo decían todo. La puerta del ascensor se abrió y todos salimos como relámpagos. Cuando llegamos a la puerta de mi habitación, los enfermeros se detuvieron y se dirigieron a Simón:
- ¿Va a presenciar el parto?
- Sí, no me lo perdería por nada del mundo – le contestó mientras me miraba con ternura.
- Bueno, acompáñeme a cambiarse de ropa – le dijo. Mi esposo me besó y luego se fue con uno de los enfermeros. A mi me hicieron pasar a la habitación, me cambiaron de ropa y me acostaron en la camilla. Mientras los doctores terminaban de preparar todo y de conectarme infinidades de cables, Nico y Cielo me miraban sonrientes desde la ventana circula de la puerta, pero inmediatamente los enfermeros corrieron las pequeñas cortinas y los perdí de vista.
- ¿Estás lista para empezar? – me preguntó uno de los doctores.
- Falta mi esposo – le dije preocupada.
- Acá estoy… – dijo Simón, entrando lo más rápido que pudo por una puerta lateral - …podemos empezar. – terminó de decir, mientras me tomaba fuerte la mano, situándose a uno de los costados de la camilla.
No se cuántas horas pasaron desde el primer puje, supongo que una y media, pero todo cobró vida cuando escuchamos el primer llanto. Simón y yo nos miramos con aires de triunfo, y luego me besó apasionadamente, mientras me secaba la transpiración. Uno de los doctores corrió las cortinas de la puerta: todos nuestros amigos se asomaron de repente, empujándose para pode verte. No sólo estaban Nico y Cielo, estaban todos, las chicas, los chicos, TODOS. Uno de los enfermeros llamó a Simón y éste se la entregó. Con lágrimas en los ojos, mi esposo la puso sobre mi pecho. Era el momento más feliz de mi vida. Era hermosa, ahora ya no lloraba, estaba tranquila, con los ojitos cerrados, al igual que sus pequeñas manos. La acerqué a mi rostro y junté mi nariz con la pequeña que ella tenía. Cerré los ojos por un momento para contemplar su olor único, y luego terminé aquel momento con un tierno “beso esquimal”, acariciando su naricita con la mía.
Nuestras vidas cambiaron con la llegada de Nina. Pero eso no fue todo. Como habíamos acordados, cuatro meses después de su nacimiento, buscamos a Kiara en el orfanato y la adoptamos, como tenía que ser. No sólo originamos una nueva vida, sino que le dimos a otra alma una nueva vida. Ahora éramos una familia. Éramos felices más allá de todas las cosas. Luego de tanto sufrimiento, de tanto luchar, de enojos, de peleas, de tristezas, todo llegó a buen puerto. No sólo era una vida feliz, llena de alegría, ahora para nosotros era UNA NUEVA VIDA.